Después de un periodo de desconexión vuelvo a hablaros de mis paraísos. Hoy lo hago de uno del que hacía tiempo que quería hablaros, uno de los pueblos más bellos del norte de Navarra, un pequeño paraíso donde respirar aire puro, disfrutar de la naturaleza y conocer la arquitectura de la zona.
Al inicio de los Pirineos y haciendo frontera con Francia, Etxalar es un pequeña villa con muchos atractivos y un buen destino turístico, ya que cuenta con el mayor número de casas rurales de toda Navarra.
Una vez que llegas, quizás lo que más llama la atención de Etxalar es su iglesia de piedra rojiza, Nuestra Señora de la Asunción, o mejor dicho su entrada un antiguo cementerio con varias estelas que recuerdan a vecinos del pueblo que allí fueron enterrados. Una joya.
Pero además Etxalar tiene otros muchos encantos: la plaza con su frontón, la casa torre, el Molino del medio, que funcionaba hasta hace unos años, la presa que era la que proporcionaba el agua al molino o Infernuko Errota (la regata del infierno), otro pequeño molino apartado del pueblo, al que se llega por un tranquilo sendero.
Y no me quiero olvidar de uno de sus mayores atractivos, Palomeras, cita obligada en octubre para los aficionados a la caza. Etxalar ha conservado la forma en que cazaban sus antepasados, que hoy en día que no se puede observar en otro lugar y que hace que el lugar sea aún más más especial.
Por si fuera poco Etxaler es también un lugar de leyenda y es que según cuentan la Carmen de Merimée, de la que más tarde Bizet hizo un obra, era de Etxalar, o al menos eso es lo que ella decía.